Ah, ¿ese extraño o extraña que trabajaba aquí era yo?
En la vida nos pasan cosas que nos convierten en desconocidos. Cambios abruptos o graduales, internos o que llegan desde fuera. Algunos implican una pausa más o menos larga para volver a nuestro trabajo anterior, y otros pasan tan desapercibidos que ni los notamos… o eso preferimos creer.
Y parece que hubo alguna especie de hechizo (bueno, malo, no sé). Ya no somos los mismos. Puede que, en un momento, sólo nosotros lo notemos. Puede que nuestro entorno empiece a percibirlo porque actuamos distinto, o tenemos otra mirada, otra voz.
Entonces, intentamos seguir como sabíamos. Probamos, insistimos. Quizás logremos mantenerlo a costa de esconder esa versión nueva, y ahí empiezan a surgir molestias, hasta que nos decimos: “así no puedo”. O tal vez nuestro nuevo yo irrumpe como un huracán en la vida laboral que habíamos armado, y claro que ahí los demás lo notan. Y los vientos ahora nos llevan puestos.
A veces pensamos que lo que los demás valoraban de nuestro modo de trabajar era inseparable de cómo éramos antes.Pero lo que apreciaban, en muchos casos, sigue estando ahí. Puede haber cierta fricción al principio si el entorno estaba acostumbrado a otras formas nuestras, pero no significa que no se pueda ir ajustando. La nueva manera de ser puede incluso traer fortalezas que antes estaban escondidas.
Es cierto también que hay veces en que ya no encajamos y queremos explorar otras opciones.
Dudo de proponer “Los tres tips para cuando sientes que cambiaste demasiado en el trabajo…”Cada uno está en una situación muy particular.
Si estás notando cambios y no sabes bien qué hacer con eso, te invito a explorarlo juntos.

