Dudo que el paso del tiempo baste para facilitar cómo recibimos feedback. Es una de las habilidades en las que continúo trabajando. De hecho, cuanto más crecemos y forjamos nuestra identidad profesional exclusivamente alrededor de nuestros logros, se vuelve más tentador esconder lo que no nos funcionó bajo la alfombra esperando con fuerza que nadie lo note y ahorrarnos la humillación de que salga a la luz.
Esto pasa especialmente en esas culturas que se precian de sólo aceptar la perfección. Al momento que aparece el error, pareciera que mejor ni darse cuenta porque derivaría en penalización. Como si dejara de tener consecuencias al esquivar la mirada.
Ocultamos nuestra vergüenza incluso cuando nos mostramos abiertos a revisiones de jefes, pares, stakeholders, nuestros colaboradores. Exponernos a esa devolución no quiere decir que sepamos aprovecharla. Estamos entrenados para poner cara de póquer mientras contamos los segundos para terminar la conversación. Bien podemos transformarla en resentimiento, en excusas.
Y sin embargo, reflexionando, de todos los profesionales que conocí, los que más vi crecer fueron los que tuvieron una relación de curiosidad con sus oportunidades para desarrollar habilidades. No sé si tenían más o menos dolor o miedo pero pasaban rápidamente a un indagar que les abría puertas. Se preguntaban "¿cómo lo puedo realizar aún mejor?"
Saber aprovechar el feedback implica tener la confianza de que vamos a ir para delante con él, que no es un retroceso.
¿Qué podemos hacer?
Empezar por auto-observarnos
Antes de recibir retroalimentación de otros, está nuestra propia percepción de cómo hicimos lo que hicimos. Tomar coraje para preguntarse eso ya es un gran paso.
Por lo menos ser sinceros con nosotros mismos, que hay algo que podemos cambiar en el futuro. Ahí está la clave, el uso del pasado únicamente como evidencia de cómo tener un mayor impacto luego. No como culpa.
Aceptar nuestros miedos
Hay miedos que nos acompañan. En lugar de tener creencias mágicas de que somos líderes inmunes a las emociones desagradables, podemos familiarizarnos con nuestro temor. ¿Qué historia nos está contando?
¿Miedo al dolor de admitir que nos falta algo para ser más efectivos?
¿Miedo a perder la imagen correcta que pensamos que otros tienen sobre nosotros?
¿Miedo a tener que hacer un esfuerzo adicional? Cambiar un comportamiento puede consumir energía que sacamos de otras cosas.
¿Miedo a ser desvalorizados?
Reconocer que es sólo una parte de nosotros, que no es nosotros
Cuando recibimos retroalimentación constructiva nos enfocamos en lo que no funciona. Pero no se trata de quienes somos, de nuestra identidad. Se trata de un comportamiento entre tantos otros.
Valorar las ganas de desarrollarnos
Es una oportunidad para zambullirnos en la aventura, para hacer hincapié en nuestros deseos de crecer. Cuanto más ocupe espacio esa sensación, menos pesará el "nos hemos desviado" .
Prepararnos para recibir
Muchas veces el feedback viene en un formato imperfecto. Así como aceptamos
que no actuaremos de forma impecable, es razonable pensar que no nos darán sus opiniones siempre con suma corrección.
Pausar el pensamiento sobre la manera en que nos dan la información ayudará a sentirnos menos invadidos. Así meditamos sobre el contenido propiamente dicho.
Evitar las excusas
Pueden funcionar con otros, pero nosotros sabemos qué capacidad y opciones teníamos y cómo podemos accionar en próximas ocasiones.
Aceptar que no haya solución todavía
Varios dicen que sólo quieren recibir el problema si también reciben la solución. Eso filtra observaciones que tal vez necesitábamos obtener. Podemos construir juntos qué acción puede reemplazar la anterior. No necesariamente es evidente. Muchas veces tenemos información que la otra persona no, por lo que puede equivocarse en cómo reemplazar lo no deseado y desconocer qué hacer al respecto. O tal vez a quien opinó poco le importa la conducta en si, sino el resultado, y para ello hay múltiples caminos posibles.
Relevancia
¿Es algo que me va a aportar? ¿Útil con respecto a mí, a mis interacciones o mis resultados? Si la respuesta es "no", dejarlo de lado. Si "sí", incorporarlo a la lista de prioridades. Que no se quede en el limbo rumiante.
Ser estratégicos
Tal vez no buscamos llevar cada habilidad al nivel de excelencia, tal vez sólo hasta cierto punto. Quizás en lugar de pensarlo de forma individual podemos entender cómo nos podemos complementar de forma colaborativa. Para eso antes requerimos tener en claro el perfil profesional que deseamos desarrollar. En qué nos queremos destacar y en qué no.
Considerar nuestros sistemas
Alterar un aspecto puede tener consecuencias en otros ámbitos. Pensar potenciales repercusiones de ajustar nuestra conducta nos dará una mejor idea de cómo modificarla según su impacto conjunto.
Actuar
Cambiar nuestro proceder puede llevar tiempo. Ayuda agendarnos un espacio para practicarlo. Si es una observación sobre un evento difícil de reproducir, ¿qué situaciones más pequeñas nos permitirán ensayarlo?