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Entrevista a Stephanie Runge: la voz, su rol al comunicar



Stephanie Runge Licenciada en Arte dramático,  locutora nacional y actriz de voz egresada del ISER. Graba piezas de publicidad, institucionales y audiolibros. Además de dar clases de locución y manejo de la voz grupal e individualmente, también asesora a empresas, universidades y grupos de teatro. https://www.instagram.com/hagaselavoz/


“La voz es nuestro segundo rostro” dice Alejandro Jodorowsky y, por eso, Stephanie es una ferviente convencida de que si trabajamos en mejorar nuestra comunicación, no solo mejorará la percepción que tienen otras personas de nuestra voz, sino también nuestra propia autoestima a la hora de expresarnos ante el mundo. 


¿Cómo hablar para ser escuchado?


Existen (a mi  modo de ver y enseñar) dos aspectos principales a la hora de expresarnos: “cómo suena nuestra voz” y “cuál es el contenido del mensaje”. Para abreviar, podemos hablar de “forma y contenido”. 

En cuanto a la forma, es importante lo que llamamos “técnica vocal”, es decir, que tan eficiente y sano es nuestro sonido. Aquí podemos detallar los siguientes factores: 

  • Respiración: ¿Te tomás tiempo para respirar antes de cada frase? 

  • Fonación: ¿Garganta abierta o apretada?¿Hacés “fuerza” para sonar?, o por el contrario ¿se te escapa mucho aire?

  • Articulación: ¿modulás cada palabra? ¿Cómo es el recorrido de la lengua para cada consonante?

  • Resonancia: ¿Abrís la boca para hablar?¿Sonás nasal, engolado, airoso?


Todo esto hará que la voz suene más o menos eficiente, presente, forzada o por el contrario pierda presencia sonora. 

Luego de responderte estas preguntas, pasemos a las cualidades de la voz, quienes describen las características de un sonido:


  • Tono: ¿Variás la entonación al hablar o sonás monótono? A veces, por una entonación equivocada una pregunta puede sonar a afirmación o viceversa…

  • Volumen: ¿Hablás muy fuerte o bajito? ¿Necesitás “elevar el volumen” para que te escuchen, o te dicen que estás gritando?

  • Ritmo: Partamos de la base de que cada uno tiene su propio ritmo natural. Hay personas más tranquilas y otras más enérgicas. La pregunta que cabe hacerte acá es: ¿podés adaptar tu ritmo en cada ocasión? ¿Hacés pausas? ¿Hablás demasiado rápido o demasiado lento?

  • Timbre: ¿tu voz suena opaca, nasal, engolada, airosa, chirriante? 


Todos estos factores modificarán la “forma” del sonido. 


Ahora veamos el contenido, representado por el “QUÉ y el PARA QUÉ” lo digo. 

¿Cuál es la información en aquello que querés decir? Te doy un tip para organizar tus ideas: planteá siempre en tu mensaje al menos 4 de estos factores:qué / (a) quién / dónde / cómo / cuándo / por qué / y para qué decís lo que decís. Esto va a hacer que tu mensaje sea super claro y específico, y será más fácil para la otra persona retener las ideas de lo que le estás contando. 

También es parte del contenido la intención y la emoción con la que te comunicás. Respecto a tu intención, una vez armado el mensaje, querés ¿persuadir, obligar, convencer, motivar, reprender…? Y por último, ¿qué emoción sentís y qué emoción querés generar? ¿Tristeza, alegría, enojo, apatía, entusiasmo…? 

Tanto la intención como la emoción modificarán a las cualidades de la voz que vimos más arriba, y así es como la forma y el contenido terminan enlazándose entre si para crear el sonido característico de cada persona. 


¿Qué considerar en nuestra voz para generar un ámbito de confianza?


La mejor forma de generar un ámbito de confianza es ESCUCHAR. Prestar atención a lo que la persona nos dice sin desesperar por reaccionar verbalmente con lo que estemos pensando. 

Escuchar tiene muchos beneficios, entre ellos:

  • Nos permite captar mejor y memorizar las ideas de quien nos habla

  • Las inflexiones en la voz nos dan información de la intención y la emoción de la persona

  • Nos ayuda y nos da más tiempo para pensar mejor aquello que queremos responder 

  • La persona se sentirá más validada, porque le están prestando ATENCIÓN. 

Porque a fin de cuentas, eso es lo que todo el mundo busca: ser escuchado y comprendido. 


¿Qué ritmo es el adecuado para conversar?


Cada persona tiene un ritmo natural. Algunas son más tranquilas y otras más enérgicas, algunas más pausadas y otras más aceleradas. 

Personalmente creo que hay que conocer y respetar el ritmo “base” de cada quien, porque si no vamos a pelear contra molinos de viento durante un largo tiempo. 

Pero a la vez existe un ritmo para cada situación y cada escenario: no es lo mismo hablar en el subte que hablar en un teatro, no es lo mismo declamar que motivar a una audiencia. No es lo mismo hablar en un jardín de infantes que hablar en un asilo de ancianos.

Debemos adaptar nuestro propio ritmo a cada ocasión. 

Ahora bien, ¿qué tener en cuenta a la hora de hablar ante distintos grupos o personas? La intención que tengo. Si quiero calmar a alguien, en vano sería apurar mis palabras. Si quiero motivar conviene cargar nuestro discurso de energía. 

Pero en cualquier caso lo que si es muy útil a la hora de manejar el ritmo es usar PAUSAS. Pausas para que quien oye pueda asimilar las ideas, para generar interés y también para generar expectativa. Y más importante aún, hacer pausas para volver a conectarnos con nuestra propia voz y con lo que estamos diciendo. 


Entonces, el ritmo adecuado para conversar es aquel que se adapte a la intención de mi mensaje y a lo que quiero generar en la persona que me escuche. 


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