¿Te han presionado demasiado para entregar una tarea con urgencia, incluso cuando creías que había tiempo? ¿Has notado que algunos integrantes están muy retrasados cuando esperabas que ya hubieran terminado?
Coordinarnos como equipo con diferentes preferencias y circunstancias es todo un reto. Lo que comienza como una falta de sincronización puede llevarnos a juzgar la profesionalidad de quienes nos rodean, etiquetándolos como "incompetentes", "irresponsables", "inflexibles" o "alarmistas".
Algunos prefieren los "¿Te puedo llamar ahora?" para asuntos cotidianos, mientras que a otros esto los frustra. También hay quienes eligen compartir un documento para comentarios, mientras que algunos no sabrían cómo abordar una colaboración de esa manera sin hablarlo primero.
Con frecuencia, terminamos trabajando con colegas sin acuerdos claros. "Hacemos las cosas así desde hace tiempo, no lo aguanto más, ¿pero no es muy tarde para expresar que no me gusta?" Muchos sentimos vergüenza por no haber abordado el tema antes de que se convirtiera en un problema.
La ligereza de imaginarnos que hoy es un nuevo punto de partida es útil para manejar relaciones laborales y, ¿por qué no?, otras también. Esperar a que la vulnerabilidad y la reconsideración provengan de los demás puede retrasar la discusión sobre los ritmos de trabajo que sabemos que necesitamos urgentemente.
¿Qué preguntas nos podemos hacer?
¿Cuáles son las consecuencias de no buscar espacios para aclaraciones y acuerdos? ¿En qué debemos coincidir sin lugar a dudas? ¿Qué aspectos pueden dejarse a la elección de cada uno? Y, sobre todo, ¿hacia dónde nos dirigimos y cómo nos daremos cuenta de que nos estamos acercando?
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