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¿Cualquier movimiento es movimiento?

Más de una vez escuché, en relación al ejercicio físico, que “cualquier movimiento es movimiento”, como si lo importante fuera simplemente empezar a moverse.


A menudo recalcamos la intencionalidad detrás de nuestras acciones, de seguir una estrategia o metodología, y esta idea, la de moverse por moverse, parecería contradecir ese orden, esa estructura.


Cuando reflexionamos sobre nuestra vida laboral, no vemos una línea continua solo interrumpida por ascensos, renuncias, despidos o cambios de rol. Más bien, como diría Lennon, es “eso que nos sucede mientras estamos ocupados haciendo otros planes”.


El día a día está lleno de mensajes, encuentros, decisiones pequeñas, y eso es, en definitiva, lo que más tiempo ocupa. Nuestra intensidad de energía varía, a veces estamos más hacia adentro, otras más hacia afuera, a veces con más atención, otras con menos. 


Sin embargo, solemos presionarnos para funcionar con una eficiencia uniforme, ideal, y ahí empieza una lucha interna que muchas veces nos desconecta de nuestras propias necesidades (cuerpo incluido) y de las señales del entorno, como los vínculos afectivos, la organización o el mercado.


Entonces, cuando estamos trabados, queriendo encajar en un molde proyectado, por nosotros o por otros, podemos permitirnos una pequeña pausa. Escucharnos. Abrir la posibilidad a caminos alternativos, que quizás se alineen un poco más con cómo estamos nosotros y el contexto ahora.


Eso no significa desatender objetivos y responsabilidades, sino más bien, ampliar nuestro campo de visión y de acción.


¿Qué necesito yo, cuerpo incluido, ahora mismo?  

¿Qué señales estoy percibiendo del entorno que valdría la pena tener en cuenta?

¿Qué pequeño ajuste puedo hacer hoy para responder a eso?  



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